jueves, 19 de abril de 2012

La Casería, el lazareto y Punta Cantera


Hoy he paseado de nuevo por la costa de mi tierra. La playa de la Casería fue una de mis playas de infancia, aunque hay quien dice que llamarle "playa" es ser generoso con este rincón de San Fernando. A mí, a pesar de todo, me trae muy buenos recuerdos.


Además de eso, es dificil encontrar en estos tiempos un lugar tan pintoresco y auténtico.

Comencé el paseo con la intención de encontrar las tinajas del lazareto. Eran unos recipientes enormes donde se desinfectaba la ropa de los pobres desgraciados que ingresaban en un lazareto que hubo en estos lares y que fue creado a raíz de una peste bubónica en el siglo XVII.

Mientras buscaba por la orilla, disfrutaba del paisaje y los restos que el mar ha ido dejando a lo largo del tiempo. Esta inmensa viga parece haber vivido muchos años aposentada en la suave cama de algas.
También la flora llama la atención, como estas flores llamativas sobre extrañas y espinosas bolitas.

No lograba encontrar las tinajas pero sí los muros del lazareto. Estos son. Al parecer aquel hospital, que ya no existe, tenía muros que daban al mar y estos son sus restos.

Este hospital fue el precursor del que luego se construiría en la población naval, el hospital de San Carlos.
Casi siempre que uno pasea por allí puede encontrarse con mariscadores en plena faena. Duro trabajo que siempre ha existido, pero que es muy recurrido últimamente por lo que todos sabemos y no nombraré aquí.

¿Qué os parece esta imagen? ¿No os da la impresión de una estructura ósea o una radiografía osteoporósica? En realidad es un esqueleto, pero de algo no tan óseo.

Así es. Lo que hemos visto antes es la fibra que ha quedado de unas tunas muertas. Recuerdo haber comido estos higos de pequeño. Son muy ácidos y con un jugo rojo intenso que siempre terminaba por mancharnos los morros y la ropa. Niño + higos coloraos = bronca materna segura.

Desde donde estuvo ubicado el lazareto hasta Punta Cantera se construyeron los polvorines, almacenes de explosivos usados por la Marina desde hace más de dos siglos.

Estas imágenes son del antiguo muelle de descarga de los polvorines y de la zona militar que lo rodeaba.

Aunque ya no están en uso desde hace unos años, aún puede observarse la valla que rodeaba a los polvorines más recientes.

Este es el muro defensivo de Punta Cantera, complejo defensivo que en su día albergó polvorines, secaderos de pólvora, fuerzas defensivas ante los franceses, artillería, etc.

Punta Cantera disponía de un muelle de carga y descarga para los buques. Este es el acceso si se llega caminando desde la Casería.

Había llegado al muelle con la alegría de verlo en todo su esplendor, pero con la decepción de no haber encontrado las tinajas del lazareto. En el camino hasta aquí me crucé con dos hombres del lugar que me explicaron que las había dejado atrás. Pensé que quizás en otra ocasión podría encontrarlas. Sería un buen motivo para volver.

La mañana nublada no le quitó belleza a la vista de la bahía desde este punto.

En algunos tramos del muelle puede observarse el pavimento de piedras dispuestas con estas curiosas formas.

Un verdedero trampolín antiguo y hermoso hacia la bahía. Pisar estas piedras da mucho que pensar, y más si se tiene a Cádiz de fondo, tan cerquita.

Está claro que el tiempo y el mar no perdonan. Estas piedras ostioneras necesitan ya una intervención, pero como insinué ante la imagen de los mariscadores, son malos tiempos para la lírica.
Desde el extremo del muelle se puede disfrutar de la vista completa de la batería de Punta Cantera y algunos de los polvorines.
Curioso detalle del machihembrado de los sillares para mejorar su resistencia.

Sillares de roca ostionera, espuma y una matita de sepina. Esta espuma es natural, es el resultado del batir del agua contra el muro y la brisa de la bahía. En las salinas, donde esta espuma se produce en agua con alto contenido en sal, se suele recoger de madrugada una vez seca. Es la flor de la sal, la mejor y mas sabrosa sal que pueda usarse.

En esta puerta de entrada se ve la modificación al dejar de usarse el muelle como enmbarcadero. No está al nivel original.
Pasillo interior visto desde el muelle.

Detalle lateral de la entrada y el muro con la Casería al fondo.

A este fruto le llamábamos "tomatito del diablo". Decíamos que era venenoso. Afortunadamente, nunca comprobamos la veracidad de aquel dicho.

En esta piedra ostionera pude apreciar una concha incrustada que me trajo muy buenos recuerdos del camino de Santiago. A veces la naturaleza juega con las figuras y los colores.

De vuelta a la Casería pude observar por la orilla muchos restos de cerámicas.

A pesar de lo deshabitado de la zona, la gran cantidad de restos cerámicos dan muestra de la vida que se desarrolló en las cercanías.

Caminando cerca de la zona del lazareto, me encontré con esta flecha dibujada en la arena.

Apuntaba hacia esta zona cubierta de algas secas.

Imaginé que los dos hombres que me había cruzado en el camino de ida me habrían dejado esta pista para encontrar lo que yo iba buscando, las tinajas del lazareto.

Y efectivamente, al despejar la zona de algas y otros restos, apareció el contorno de una gran tinaja.
Coloqué mi bastón en su interior para que se apreciara mejor su diámetro. Estas cosas llegan a emocionarme. No sé qué sistemas o productos usarían para desinfectar las ropas de los pbres enfermos que llegaban al lazareto afectados de fiebre amarilla, lepra u otras enfermedades, pero sí imaginé escenas de ellos desprendiéndose de las ropas infectadas y de alguien echandolas con un palo a esta enorme tinaja.
Espero que hayáis disfrutado de este paseo. El día resultó gris y ventoso e hizo que yo pasara un poco de frío, pero me alegrará saber que vosotros disfrutáis de esta entrada al calorcito de vuestros hogares. Un saludito y hasta pronto.


lunes, 9 de abril de 2012

El vaporcito del Puerto

En esta fotografía falta la silueta del vaporcito surcando el muelle. Pincha aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=6_s6jiLVoPM&feature=autoplay&list=HL1334005889&lf=mh_lolz&playnext=4

, a ver si al menos nos aparece en forma de canción.
.
.
.

Desde que el vapor del Puerto se hundió el verano pasado, venimos leyendo u oyendo distintas noticias sobre su reflotamiento. La credibilidad de los distintos estamentos está, digamos, un pelín trasnochada, así que mientras solucionan -o no- los problemas burocráticos, disfrutemos de este vídeo entrañable tomado de uno de los momentos mágicos de la II Ruta Fernando Quiñones en Cádiz. Podréis observar la presencia de el Juan Sebastián de el Chano (nombre gaditano donde los haya, oído a uno de los participantes al atisbar sus cuatro palos desde San Juan de Dios) al fondo de la imagen, un día antes de su partida anual. Y como estamos hablando de Quiñones, os dejo también un soneto suyo dedicado al vaporcito y que publicó en la revista Parnaso en enero de 1949.
.
.
.
.
.
.
Juguetillo del agua gaditana
con algo de gaviota marinera.
Pañolón de espumilla salinera
escapado de un cuello de gitana.

Corazón de guitarra y de sonrisa,
de tanguillos, mariscos y sabores.
Es un patio andaluz lleno de flores
Galán del agua, novio de la brisa.

Su festiva apariencia, su gracioso
rostro infantil y su alegría
contradicen su nombre majestuoso

¡Oh, la nativa y sutil ironía
del vaporzuelo amable y caprichoso,
perenne girasol de la bahía!

Fernando Quiñones

martes, 17 de enero de 2012

¿Canadá? Prefiero Los Caños de Meca

En mi última entrada en el Facebook gastaba una broma con respecto a qué país huiríamos en caso de aburrirnos de ciertos defectos del nuestro. Quizás esta entrada sirva para quitarnos las supuestas dudas.




Y es que en los últimos diez días he estado dos veces en Los Caños de Meca. Es una zona que me fascina, de hecho hay alguna que otra entrada anterior en este blog dedicada a esta zona.









Suelo colgar fotografías realizadas con mi cámara Konica, pero en este caso las hice con la Canon de Oscar. Creo que es evidente la diferencia en la calidad de las mismas. Esta imagen de la barca embarrancada es una monada... ¿a que sí?




El mar nos presenta una cara distinta cada vez que le saludamos. El primer día de los dos que os hablaba estaba así de revuelto, y ya se sabe, a mar revuelto, ganancia de juguetones, como este chico que volaba sobre las olas.





Sí, volaba, parece mentira la altura que llegan a alcanzar. Menos mal que usé el teleobjetivo, si no se me hubieran escapado estas impresionates imágenes.





Al menos le alegraron el día al faro de Trafalgar. Durante todo el rato que estuve allí no quitó ojo a los chicos y chicas de las velas.





Va ganando puntos Los Caños con respecto a Canadá.. ¿a que sí?






No es éste el caso, pero hay días que esta zona sufre enormes marejadas que hacen dificil el paso hasta el faro.






Las tormentas desplazan grandes cantidades de arena que llegan a tapar por completo el acceso al tómbolo de Trafalgar.




Desde esta duna se puede apreciar la arena que ha cubierto la carretera. En este lugar quedaron varios vehículos enterrados bajo la arena en las últimas tormentas.





Hacía poco aire y la claridad típica después de algunos días de lluvia.




Luz, color, calidez... en un lugar que ya muchos reconocen como símbolo de libertad y disfrute de la vida.




martes, 10 de enero de 2012

Mi viaje al Tibet

Pues sí, al Tibet. Ya veis, disfrutando de las nieves eternas, de la soledad y de limpieza del aire en el techo del mundo. Os dije en cierta ocasión que fui piloto de Air Benalup. Eso me da ciertas ventajas a la hora de conseguir algunos pasajes. Esta vez conseguí uno para viajar en la bodega de un avión que llevaba un cargamento de Miñocas. No hay nada como tener buenos contactos.






Nada más desembarcar me dirigí a fotografiar los picos de las montañas. Sus nieves eternas son algo que siempre me han fascinado. En este caso podéis observar el gris de sus laderas, producto de la erupción del volcán Kan Dhela.





Su escasa vegetación se ve salpicada de especies rudas que se defienden a duras penas de los ataques de la cabra endémica de sus alturas: la cabra Kapu Ya.





Resulta hermoso apreciar el contraste de la suavidad de la nieve con las agudas defensas de este cactus.





Aquí podemos apreciar algunas rocas heladas al pie de la inmensa montaña.



Y esta es una de las viviendas del entorno, ya derruida por su falta de uso... ¿Qué? ¿Que esto no es una vivienda del Tibet? Pues claro que no. Esto es una vivienda salinera, está situada entre Puerto Real Y San Fernando, muy cerquita del Tibet.




Sí, lo siento. Las montañas anteriores tienen del Tibet lo que yo de sueco. Pero... ¿a que dan el pego? ¿a que parecen en realidad nieves eternas? Es que la sal de mi tierra es así, blanca y mágica. No hay nada más que ver y disfrutar de estas fotografias. Por algo la palabra "salario" proviene de este producto tan necesario, de cuando los soldados romanos cobraban sus emolumentos en forma de sal. Montes de sal, paisaje blanco y salado de mi querida tierra.




A seguir disfrutando.