martes, 17 de enero de 2012

¿Canadá? Prefiero Los Caños de Meca

En mi última entrada en el Facebook gastaba una broma con respecto a qué país huiríamos en caso de aburrirnos de ciertos defectos del nuestro. Quizás esta entrada sirva para quitarnos las supuestas dudas.




Y es que en los últimos diez días he estado dos veces en Los Caños de Meca. Es una zona que me fascina, de hecho hay alguna que otra entrada anterior en este blog dedicada a esta zona.









Suelo colgar fotografías realizadas con mi cámara Konica, pero en este caso las hice con la Canon de Oscar. Creo que es evidente la diferencia en la calidad de las mismas. Esta imagen de la barca embarrancada es una monada... ¿a que sí?




El mar nos presenta una cara distinta cada vez que le saludamos. El primer día de los dos que os hablaba estaba así de revuelto, y ya se sabe, a mar revuelto, ganancia de juguetones, como este chico que volaba sobre las olas.





Sí, volaba, parece mentira la altura que llegan a alcanzar. Menos mal que usé el teleobjetivo, si no se me hubieran escapado estas impresionates imágenes.





Al menos le alegraron el día al faro de Trafalgar. Durante todo el rato que estuve allí no quitó ojo a los chicos y chicas de las velas.





Va ganando puntos Los Caños con respecto a Canadá.. ¿a que sí?






No es éste el caso, pero hay días que esta zona sufre enormes marejadas que hacen dificil el paso hasta el faro.






Las tormentas desplazan grandes cantidades de arena que llegan a tapar por completo el acceso al tómbolo de Trafalgar.




Desde esta duna se puede apreciar la arena que ha cubierto la carretera. En este lugar quedaron varios vehículos enterrados bajo la arena en las últimas tormentas.





Hacía poco aire y la claridad típica después de algunos días de lluvia.




Luz, color, calidez... en un lugar que ya muchos reconocen como símbolo de libertad y disfrute de la vida.




martes, 10 de enero de 2012

Mi viaje al Tibet

Pues sí, al Tibet. Ya veis, disfrutando de las nieves eternas, de la soledad y de limpieza del aire en el techo del mundo. Os dije en cierta ocasión que fui piloto de Air Benalup. Eso me da ciertas ventajas a la hora de conseguir algunos pasajes. Esta vez conseguí uno para viajar en la bodega de un avión que llevaba un cargamento de Miñocas. No hay nada como tener buenos contactos.






Nada más desembarcar me dirigí a fotografiar los picos de las montañas. Sus nieves eternas son algo que siempre me han fascinado. En este caso podéis observar el gris de sus laderas, producto de la erupción del volcán Kan Dhela.





Su escasa vegetación se ve salpicada de especies rudas que se defienden a duras penas de los ataques de la cabra endémica de sus alturas: la cabra Kapu Ya.





Resulta hermoso apreciar el contraste de la suavidad de la nieve con las agudas defensas de este cactus.





Aquí podemos apreciar algunas rocas heladas al pie de la inmensa montaña.



Y esta es una de las viviendas del entorno, ya derruida por su falta de uso... ¿Qué? ¿Que esto no es una vivienda del Tibet? Pues claro que no. Esto es una vivienda salinera, está situada entre Puerto Real Y San Fernando, muy cerquita del Tibet.




Sí, lo siento. Las montañas anteriores tienen del Tibet lo que yo de sueco. Pero... ¿a que dan el pego? ¿a que parecen en realidad nieves eternas? Es que la sal de mi tierra es así, blanca y mágica. No hay nada más que ver y disfrutar de estas fotografias. Por algo la palabra "salario" proviene de este producto tan necesario, de cuando los soldados romanos cobraban sus emolumentos en forma de sal. Montes de sal, paisaje blanco y salado de mi querida tierra.




A seguir disfrutando.







viernes, 6 de enero de 2012

Unas olas, un balón y una pamplina.

Hace unos años se creó un canal de TV en Estados Unidos y mientras aguardaban al día de la inauguración se les ocurrió la genial idea de transmitir con una cámara fija frente a un acuario con peces de colores. Pronto comenzó a subir la audiencia e incluso llegaron a recibir protestas cuando decidieron cambiar los peces por guapísimos y guapísimas profesionales de los medios. Está claro que hay ciertas imágenes hipnotizantes. Mi hijo Oscar dice que la televisión tiene tanto éxito porque sustituye a las embriagadoras lenguas de fuego que nos acompañaron en las hogueras desde las cavernas. Esta imagen que hoy os traigo no es de fuego sino de agua, otro de los elementos hipnotizantes. Hoy, día de reyes, paseábamos Alinanda y un servidor por la playa cuando encontramos un balón despellejado a merced de las olas. Lo primero que se me ocurrió fue pensar que el mar también había tenido su regalo de reyes y lo estaba disfrutando. Incluso llegué a pensar que me había elegido como compañero de juegos, así que me quedé observando el vaivén tímidamente hasta que le di una patada al balón. Yo creo que si las cadenas de televisión decidieran algún día cambiar sus programas por escenas como ésta, a muchos de nosotros nos apetecería más jugar al balón con nuestros niños, o con las olas.


lunes, 2 de enero de 2012

Alinando por las aguas de Cádiz




Hace unos meses me encontraba esperando en la cola de atención al cliente de un conocido establecimiento de cachivaches electrónicos cuando sonó el teléfono móvil del señor que me precedía. “Aquí estoy, en la cola del MierdaMark” dijo en voz alta aquel señor muy ofuscado. Me pareció de mal gusto, no lo voy a negar. Pero luego, en las cinco veces que me tocó estar en la misma cola a lo largo del pasado verano, rogué para que no sonara mi móvil mientras esperaba a oír otro “aún no nos ha llegado su cargador de batería”.

Mi ordenador portátil estuvo inactivo gran parte del verano, pero no por ello me abstuve de seguir fotografiando mis paseos playero-costero-gaditanos. Ha comenzado un nuevo año y ya comienzan a acortarse los días. Esta semana hemos disfrutado de algún que otro día soleado en la playa y eso nos anima a ilusionarnos con los futuros chapuzones y refrescones del próximo verano. Hoy he echado un vistazo a algunas fotografías y he pensado que os gustaría comenzar el año con estas promesas de calores y alegrías. A veces escribo en mi diario, eso es lo que me hace recordar tan gratas experiencias. Por ello quisiera dedicar esta entrada a ese discreto y querido diario que casi siempre me acompaña y, por supuesto, a mi amigo Chema. Estas fotografías las tomé a bordo de su precioso barco y con su cámara. Gracias Chema.