miércoles, 29 de junio de 2011

La carraspera de Gulliver

Alinando ha hecho recientemente el camino de Santiago. Eso de "ha hecho" es una forma de hablar, lógicamente. Alinando no se dedica a construir senderos ni es ingeniero de caminos ni nada parecido. Además, es de todos conocidos que se "hace camino al andar"... pues eso. Precisamente Alinando coincidió en su camino con un vasco que practicaba el montañismo y se expresaba en los mismos términos: "En mayo hice tal montaña...". Un mallorquín muy simpático le hizo una matización: "Nosotros subimos montañas, los vascos las hacen".




En fin, que todo eso se desarrolló en un ambiente hermoso de solidaridad, casi mística diría yo. Y a pesar de que ya van pasando los días, aún me dura esa especie de nube en la que caminé durante más de dos semanas.




Tanto que llegó a emocionarme el amanecer que he disfrutado esta mañana. Ejem, hablaba de Alinando y ahora de mí, qué lío... ¿no?





Después de unos días de levante y muy calurosos, ha refrescado un poco la mañana y el sol ha lucido así de suave entre las nubes.




Y todo ello con la marea vacía. Ya sabéis que las playas de Cádiz son enormes cuando está la marea vacía. Es como otra señal de lo pequeños que somos ante la naturaleza. De hecho, me sentí como un liliputiense ante tanta majestuosidad.






Y si me sentí liliputiense, sólo faltaba Gulliver en su amanecer en la playa después de su naufragio... ¿no creéis?





Está claro que no se me iba a aparecer Gulliver, pero en cierto momento creí que había estado por allí. ¿Os imagináis a Gulliver con carraspera? Un ser tan grande... ¿Cómo sería el producto de esa carraspera?








¿Así...?





No, claro que no. Además, esto es una medusa grande, sólo eso. Fijaros en el pobre cangrejito que cayó en sus tentáculos antes de palmarla. Que dura es la vida en el mar... Como dijo Sorolla: "Aún dicen que el pescado es caro"