sábado, 31 de julio de 2010

Carajos de mar

De vez en cuando me vienen a la memoria algunas de las clases que más me gustaban en mi época de estudiante, en el plioceno superior también: las clases de ciencia. Supongo que eso tiene que ver con el profesor o profesora que me tocó en suerte, o quizás que aquella clase en concreto se vio reafirmada por mi experiencia personal en la playa al verano siguiente. Me estoy refiriendo a la holoturia. También se le conoce como cohombro de mar y más concretamente en la costa de Cádiz, como carajo de mar.

Para mí, hasta hace poco, la única acepción que tenía la palabra cohombro era la de este animalito, pero no hace mucho que vi una caja de pepinos alargados con ese letrerito y me dije, mira por dónde...




El caso es que los veo a menudo entre las rocas. Sé que en algunos sitios se usan como alimento, sobre todo su estómago. Así que no me sorprendí cuando ayer mismo, mientras cenaba agradablemente pescado frito con unos amigos en un sitio muy bueno (y que no os diré porque tenéis cara de turistas y allí no van los turistas ni que yo me entere), me contaron una noticia muy gaditana: la policía había detenido a varios chinos por mariscar carajos de mar en las costas de Cádiz, fite tú. Por lo visto los usaban para ciertos platos en un restaurante chino de Chiclana. Al parecer, hay quien dice que los chinos se miraban unos a otros muy sonrientes y cerrando más los ojillos si cabe cuando algún cliente les decía complacido y complaciente: Esta sopa está del carajo.






Supongo que estaréis escandalizad@s con tanto carajo va y carajo viene. Para no escandalizaros tanto, terminaré esta entrada del blog con otro animal que vive en las zonas pantanosas y marismas. Es un ave y se llama polla de agua. Pinchad aquí si creéis que os estoy dando coba. Y nada más. Cuidadito con los paseos por las rocas y sobre todo no resbalaros, lo digo más que nada por los animalitos. Hasta prontito entonces.
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(La magnífica fotografía de la polla de agua está tomada del blog Cuaderno de Campo de Miguel Angel Madrid Gómez. Pinchad en la fotografía si queréis ver su blog)
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Si te apetece indagar algo más sobre la etimología de la palabra protagonista de hoy, pincha aquí.

domingo, 25 de julio de 2010

Piedras ostioneras

Como es lógico, utilizo mucho las tablas de mareas para organizar mis paseos e incluso las entradas al blog. Todos sabemos la importancia de esas tablas para los quehaceres de pescadores, marinos, mariscadores, etc. Lo que posiblemente nos cueste más entender es que hace algún tiempo esas tablas de mareas eran vitales para otras ocupaciones, como eran las de molineros y canteros. ¿Os sorprende…? Os explico entonces. Lo de los molineros se debe a la cantidad de molinos de mareas que existían a lo largo de nuestra costa. Las características de nuestros caños junto con las mareas tan altas en la costa atlántica hacían posible aprovechar tanta energía para mover las ruedas de molinos como por ejemplo el que vemos medio derrumbado entre Cádiz y San Fernando, el de Río Arillo. Lógicamente los molineros adecuaban su horario de trabajo a las fluctuaciones de las mareas. Si habéis observado el molino del que os hablo, al que otro día dedicaré una entrada en este blog, habréis comprobado que está construido con la piedra típica de esta zona, la piedra ostionera. Esa piedra, porosa y repleta de trazas de fósiles marinos, se obtenía principalmente de dos tipos de canteras: las situadas tierra adentro, como las de Puerto Real que dan nombre a una zona que muchos de nosotros hemos disfrutado en nuestra infancia, y por otro lado las que se explotaban en la misma costa. Esta fotografía de un muro construido con ese tipo de piedra está tomada en el interior de la catedral de Cádiz.


El faro de Chipiona por ejemplo, el más alto de España con sus 69 metros de altura desde su base (curioso número para una construcción tan erecta), se construyó con piedra de este tipo de una playa a la que los chipioneros llaman la playa de las Canteras, aunque muchos de ellos no sepan el origen de ese nombre. En esa playa se dan los famosos "corrales", zonas delimitadas por bajos muros de piedra ostionera donde la marea baja deja animales cercados fáciles de pescar. Por cierto, antes de que se me olvide, la catedral de Sevilla, donde las calores hacen que guste mucho la frescura de este blog, está construida en parte con sillares de piedra extraídos en las canteras de Puerto Real y en la cantera de pilares Luz Divina de El Puerto de Santa María, de la que os pongo unas fotografías para que veáis su principal característica: es subterránea y se sustenta a base de pilares dejados al tiempo que se extraía la piedra. En este último caso no es de piedra ostionera pero me parecía interesante el dato.







Este blog pretendía ser costero, así que intentaré no desviarme. Pues eso, que existían también canteras costeras en donde las extracciones debían hacerse con marea baja, por lo que los trabajadores, principales protagonistas de todos los hechos y construcciones de nuestra historia, se atenían a las tablas de mareas para adecuar también su horario laboral a la bajamar. Las siguientes fotografías nos muestran algunas marcas de los cortes efectuados con las inmensas sierras de hierro. Es posible que con estas piezas se construyera el castillo de Sancti Petri dada la cercanía al mismo.











Cuando vayáis a Cádiz, si paseáis por la Caleta, os recomiendo dar un paseo por el caminito hasta el castillo de San Sebastián con la marea baja. Si miráis a la izquierda veréis los mismos cortes en las rocas que apreciáis en estas fotos. Y si vais a Antequera, os recomiendo que visitéis las ruinas cercanas de la ciudad de Bobastro. Junto a sus ruinas se puede apreciar el detalle de la forma de extraer sillares de piedra, parecido al que os muestro de la playa.




¿Os gustan los fósiles? Reconozco que a mí me producen fascinación, sobre todo pensar en el concepto del tiempo transcurrido desde que vivieron. Supongo que cualquiera de nosotros que se encontrara un fósil en el campo se maravillaría de su suerte y disfrutaría del hallazgo. ¿Por qué no disfrutamos así con las conchas que podéis observar en estas fotografías de piedras ostioneras?












Son conchas fósiles, como mínimo del plioceno superior, con lo que fueros unos seres vivos que vivieron en el fondo marino no hace menos de tres millones de años. ¿Imagináis? Hace tres millones de años, cuando estos animalitos se alimentaban, se reproducían y disfrutaban de la compañía de otros animalitos del fondo marino, no existía el hombre, si acaso algún antepasado como el australopitecus, los continentes y sus costas eran muy diferentes y la mayoría de los animales actuales no existían como hoy los conocemos. Fascinante… ¿a que sí? Pues ya sabéis, cuando los piséis de nuevo, recapacitad sobre la vida, la duración de la misma y sobre las hipotecas a cuarenta años, pero sin comerse mucho el coco que es verano. Y nada más por hoy, así que a seguir playeando.






jueves, 15 de julio de 2010

Huellas

Hoy voy a tomarme la libertad de compartir con vosotros un texto que no es mío. Es de Abril Morillo, una compañera de un taller impartido por la UCA en Cádiz. Es un pequeño poema sobre las huellas en las dunas de arena, algo que a mí también me fascina como ya bien sabéis.
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Cuando llego a la playa
lo primero que hago
es visitar las dunas.
Me tumbo
cierro los ojos.
Espero...
Cuando los abro
veo las huellas.
De pájaros
pic, pic, pic,
de escarabajos
tic, tic, tic,
de serpientes
sssshhhh.
Y me imagino dónde van.
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Y aquí tenéis huellas, huellas y más huellas. ¿De qué será ésta? Enigmática... ¿a que sí?



Estas ya las conocéis son del gusano garabato, de la familia de los anélidus garabatiensis.



Las olas a veces se encelan, y dejan también, muy sutilmente, unas líneas de huellas de su paso.



Mi profesor de dibujo lineal, allá por los años... qué más dará en qué año... que decía yo que mi profe, cuando me corregía los dibujos, me soltaba socarronamente: Alinandito, qué derecho te tuerces. La vida no es una líena recta ni cuando estamos convencidos de que es así, y si no, mira atrás tus propias huellas un día que camines por la playa.




Qué. ¿Has adivinado ya de qué era la primera huella? ¿No? Que torpe eres... ¿Y esta? Pues claro, de una bici. De qué iba a ser...




Más pespuntes en la arena. Estas me recuerdan las costuras de los bolsos caros de cuero, esos que llevan las pijitas con decoración relativa a la hípica y los caballos, aunque no hayan montado una jaca en su vida. ¿No os lo parece así?





De éste no decimos ná que lleva prisa el hombre...






Una garra... que miedo... ¿No?







Más miedo.... Por cierto... ¿aún no sabes de qué era la primera huella? Como para jugar a los indios contigo... qué torpeza, dios mío.








Con lo a gustito que se camina descalzo por la arenita húmeda... pero hombre de dios... que va a criar zarpullíos a manojitos con ese 47 de suela gorda.








Ya está aquí otra vez... es para temerle... ¿que no?










Huella grande pero límpia, masculina... No, esta no da miedo, esta sugiere paseos tranquilos, sosegados. Este tío lee poesía... y le gustan las tortillitas de camarones con una crervecita.











La huella. Límpia, femenina, sugerente... ¿a que da gusto verla? No hay nada como la imaginación. Venga, esfuérzate... ¿qué te sugiere a ti? Construye una historia a partir de la huella, es un ejercicio muy vivificador. Te toca.












Tic, tic, tic...
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Pues ya está. hasta aquí las huellas. Ah, se me olvidaba ¿has averiguado ya de que era la primera huella? ¿No? Pues era de un bastón de los que se usan para ayudarte a caminar. En la playa temprano se suelen encontrar muchos senderistas, sobre todo alemanes, que se ayudan de esos bastones para caminar. jejeje... Pues a mandar, que pa eso estamos.














domingo, 11 de julio de 2010

Reflejos y otros vuelos.

Ayer me sucedió algo muy curioso. Después de un buen rato de paseo decidí tomar un baño solitario, algo que siempre disfruto enormemente. Ya sabéis, y si no os lo digo ahora, que también trabajé una temporada en LAB (Líneas Aéreas de Benalup) como piloto. Pues bien, estando con el agua por la cintura observé que una avioneta sobrevolaba la orilla a muy poca altura y venía hacia mí. Los pilotos movemos las alas en una especie de vaivén a modo de saludo cuando nos cruzamos con otro avión. La avioneta venía a tan baja altura y tan despacito que decidí saludarlo, extendí los brazos y los moví como si fuera una avioneta antes de que llegara a mi altura y el piloto me contestó al saludo con el mismo gesto con su avioneta. Fue algo muy agradable en medio de tanta belleza y tanta soledad al mismo tiempo.
Me gustaba mi trabajo de piloto. Lástima que se me cruzara aquel animal en mi camino. Cierto día un Archibebe almejero, animal en peligro de extinción, se metió en la turbó-hélice de mi aparato y quedó como los salmorejos que yo hago en la Thermomix (y que me salen tan ricos, por cierto) Mi sensibilidad hacia con los animales hizo que dejara mi profesión de piloto.



Y hablando de restos de animales: Aquí podéis observar la fotografía en macro de la cabeza de una hormiga roja cabezona. Es un poco dura la imagen decapitada, pero me pareció interesante. Una cosita... ¿no os recuerda a una cereza? Hay que ver, qué parecido más curioso.

¡Paco! ¡Ya está bien de agua! ¿no? To la noche, to la noche... estos hombres...


...snif... se nos ha ido el niño... y nosotros aquí con el fresquito que hace... Pala, échate a un ladito anda, que eres mu pesadita.


Y aquí una Allium Cepa. No sé cómo ha llegado hasta aquí, pero aquí está. Recuerdo la definición que le dió Rosa, una compañera de una actividad desarrollada en Cádiz hace poco: Llorar por capas...



Extrañas formas de arena. La primera impresión que recibí de estas formas fue paracido a un animal, un gigante crustáceo o algo así. ¿Os resulta así de extraño también?




Un día de estos llegaré tan temprano que pillaré al dichoso ogro cortándose las uñas.





No sólo los escarabajos juegan con la arena. También hay unos gusanitos que hacen garabatos.






Gaviotas coquetas. Les gusta verse reflejadas en la orilla.







Y el mar tan tranquilo que juega a hacer espejos en la orilla para que las avionetas jueguen a ser gaviotas coquetas. Hasta pronto... ah, y no entres en la casa sin secarte los pies.









sábado, 10 de julio de 2010

Las tribulaciones de una almejita

Sí, ya sé que con arroz o simplemente abiertas a la plancha y con un chorrito de limón están riquísimas, pero tengan un poco de miramiento, nuestra artista invitada se puede mosquear con según que tipo de comentarios. Como podéis apreciar, esta es una almejita rubia nativa de Chiclana. Sé que estos días abundan otro tipo de almejas rubias, sobre todo de la especie teutonas teutonus, almeja del norte de Europa que suele emigrar en verano a países más calidos, pero ésas son más difíciles de fotografiar, no se dejan ver.





Aquí tenemos a la protagonista de hoy. Rubia, fresquita y espumosa. Cualquiera diría que se apellidaba Cruzcampo.






A pesar de que el vaivén de las olas intenta evitar su actuación, ésta se esmera y cumple con profesionalidad el papel que se le exige.


Comienza la función. Se trata de hacer un esfuerzo ímprobo para su tamaño y esconderse bajo la arena. Ya ha sacado su musculoso... ¿brazo, lengua, boca...? Pues eso, que lo saca con fuerza y lo dirije hacia la arena que le sustenta.



Lo entierra y comienza un esforzado vaivén con el que poco a poco se coloca verticalmente y luego se va introduciendo en la arena.




A veces viene una ola traicionera y vuelta a empezar ¿Véis el músculo a su derecha?





Ya está semienterrada. Otra ola intenta fastidiarle la función pero se resiste como una jabata.







¡Ánimo! ¡Un último esfuerzo! Ya tiene casi todo el cuerpo enterrado, que proeza dios mío, que muestra de pundonor, que... que...







Se acabó, unos milímetros más y trabajo terminado.








Y aquí le tenemos de nuevo, presumida ella, a la espera de nuestro aplauso merecido...
¿Qué esperan? ¡Vamos, aplaudan leñe!









martes, 6 de julio de 2010

La Caleta

Hola de nuevo. Esta semana estoy muy ocupado con una actividad que me traslada a Cádiz diariamente. Para mí es un placer, pasear por sus calles es una de mis aficiones favoritas, de hecho camino cada día por una ruta diferente desde la parada de autobús junto al Palacio de Congresos hacia mi destino junto al parque Genovés. Esto hace que tenga que dejar a un lado mis paseos playero-matutinos y por consiguiente las entradas al blog. Así que me he dicho: Cádiz, Caleta, blog... Esto se merece una entradita exclusiva. Y este es el resultado. Una entrada con un pequeño texto de mi cosecha y una fotito que guardaba del año pasado en la que la Caleta luce preciosa y reluciente como siempre. Pues nada más, a seguir disfrutando y a seguir bien.






¡Llevo la caballa oiga!

¿Cómo? ¿Que si son de la Caleta? Será malage. Eso es como si voy a comprar amarguillos a Medina y pregunto si son de Medina. ¿No estás viendo que esta esquina del Manteca es la sede internacional del espíritu caletero? Si ya me lo dijo el otro día el Congui: “y luego dicen que el pescado es caro”. Bueno, él lo dice a cada instante, también se lo dijo al Nando cuando se clavó el anzuelo en el muslo con aquél robalo con tanta mandanga. Se ve que esa frase la sacó de un día que vio un cuadro que pintó un tal Farfolla… o Borbolla, o qué sé yo cómo se llamaba aquel pintor, y ya la usa cada vez que algo se le tuerce en la mar. Pues sí señor, son de la Caleta, mira por dónde. Son caballas caleteras, aunque esta madrugada me despedí del castillo a las cuatro de la madrugada pasando por su vera y no encontré el sitio bueno hasta las ocho de la mañana. Son caleteras aunque desde allí no vi ni una migita de tierra. Serían caleteras incluso en el caso de que hubiera tenido que bajarme al moro con el bote a buscarlas, aunque el cardumen hubiera estado hablando el idioma del moro Juan. Mírale los ojos a esta caballa. Míralos bien. Eso que ves reflejado es la figura del Quiñones paseando por su orilla. Que si mis caballas son de la Caleta dice el tío. No ni ná.

viernes, 2 de julio de 2010

Más Novo

Hola amig@s, mi paseo de hoy ha transcurrido de nuevo por la zona de los hoteles de la Barrosa, o como le conocemos todos, por la zona de Novo Sancti Petri. He comenzado por la entrada que ya os mostré en otra ocasión, la del puentecito de madera rodeado de parras verdes. He caminado luego hasta más allá de la Torre del Puerco y he vuelto hasta una salida que sí os resultará nueva, la situada entre los hoteles Valentín y los de la cadena Hipotel. He recibido consultas acerca de mi ocupación habitual, se ve que no es muy frecuente tener tanto tiempo disponible para estos menesteres tan lúdicos. Debo deciros, sobre todo a los que no me coinozcáis, que el trabajo que me da el sustento es el de taquillero de la estación de esquí de Medina Sidonia. Es evidente que ya no es tiempo de nieves, aunque sí de vienes... Sí, con "v"... ¿Qué pasa? Pues eso... ¿te vienes o no te vienes?





¿A que es mono? cada día, nada más entrar a la zona arbolada por la que se accede a las pasarelas de madera, se me cruzan cantidad de conejos enseñándome el rabito blanco en su huída. No tengo una cámara con la que pueda hacer muchas virguerías, así que me resultaba hasta ahora dificil fotografiarlos. En esta ocasión tuve suerte, este estuvo comiendo sin echarme mucha cuenta hasta que me acerqué demasiado. Al menos os puedo mostrar a mi nuevo amigo.


Esta es otra perspectiva del puente que os enseñé hace poco. Tened en cuenta que el verde que lo adorna es de parras, con lo que no es un verde perenne. Las hojas de parra terminan el verano chuchurrías, así que daros prisa por disfrutar de este rinconcito.

La luna. Siempre me acompaña en mis paseos ¿A que es bonita? ¿Os habéis dado cuenta de que la luna por las mañanas es transparente? Con razón la NASA hacía aterrizar sus módulos lunares cuando era de noche.


Si os fijáis bien, en la parte de arena hay otro conejo descansando. A esa hora del amanecer no es raro verlos.



Me encanta este paseo de madera. Es la bienvenida a la playa. Nada más comenzarla te invade el aroma de la sal, el sonido de las olas y la inmejorable vista de azul del mar con el castillo al fondo.




Vaya, otra vez el dichoso conejito. Se ve que se le está quitando el miedo a la cámara.





Esto es una práctica habitual en este acceso. Vecinos de las urbanizaciones cercanas acuden diariamente a la playa pero no necesitan cargar con las hamacas, las aparcan como si fueran bicis y hasta mañana.






Cuando comienza a salir el sol se da esta curiosa imagen: Su luz aún no ilumina directamente el agua, pero sí las olas.







Esto es uno de los topes que usan las embarcaciones en sus costados. Se habrá cansado de ser el que carga con los golpes. Ya no le atan las cuerdas.








Despedregadora humana, así llaman a quien se dedicó a montar este ordenadito montón de piedras. ¿Serían unos niños? ¿Una parejita sin otra cosa mejor que hacer? ¿Una abuela a la que su nuera no deja que se ponga el bañador porque dice que está ridícula y se aburre bajo la sombrilla...? ¿O habrá sido quizás algún taquillero de estación de esquí aburrido?









Ni un alma. ¡Qué gozada! La torre que está al lado es la Torre del Puerco. Cerca de allí se desencadenó una feroz batalla, la batalla de Chiclana. Estamos en los prolegómenos de la conmemoración de su segundo centenario. Pincha aquí si quieres informarte.











Esta es la pasarela que os comentaba entre los hoteles Valentín e Hipotel. Esta parte la han terminado hace unos días, el temporal se llevó una rampa igual a la que aquí se ve.











Y aquí está la salida de la citada rampa. Qué vistas... ¿a que sí?












Por todo el Novo Sancti Petri discurre una via pecuaria. Durante la construcción de los hoteles se dieron varios conflictos debido a su cierre al público. Este es uno de los mojones que la delimitan.

Y esto es todo por hoy. Hasta otro nuevo paseíto.