lunes, 21 de julio de 2014

De Terry a Lady Godiva

Esta mañana comenzó mi paseo sin atisbar la sorpresa agradable que me depararía la playa.
 

 
 
 
Aún no había amanecido y corría fresco. Hasta los chorros de propulsión de los aviones parecían alientos de pingüino.
 
 
 
Los primeros paseantes iban incorporándose.


 
 
Y los lirios blanqueaban las sombras.


 

 
Aun con poca luz, el reflejo de las gaviotas en la orilla resultaba agradable.




Levantaban el vuelo al acercarme, lógico, aunque lo curioso de esta foto es que parece una secuencia de una sola gaviota. ¿No os parece?
 


 

 La gran curva que conforma la Barrosa ayuda a este efecto óptico, da la impresión de que estoy en el mar.



 
Este chiringuito ha optado por la decoración marinera, nada que ver con los otros blancos y estilosos.
 
                          


Unos faroles alumbran torres y otros a deportistas mañaneros.


 
Ya se aprecia que la luz empieza a tomar posiciones. 


           
Chiringuito Albatros, así de llama.




Estas redes con conchas le dan un aire muy típico y adecuado.
 


 
Es curioso que hayan elegido una espiral, es algo muy presente en la naturaleza marina y además hay quien dice que representa a la vida eterna.

 
 
 Una de las pocas personas que paseaba a hora tan temprana era esta dama.
 

 
 Esta gaviota se quedó prendada a su paso. Sería gavioto, digo yo. Nada más que hay que ver su expresión. Me dio la impresión de que era un poquito mirón. Por cierto ¿sabéis como se dice mirón en inglés? Pepping Tom, así se dice.
 


Pocos segundos después volvió la cara hacia mí, como buscando mi complicidad. Sí, señor gavioto, tiene usted buen gusto.



Al llegar a las inmediaciones de Roche me encontré con una actividad inusual. Rara vez encuentro a tanta genta tan temprano.



Pululaban alrededor de alguien a caballo.
 


Poco a poco me fui acercando y comprobé lo agradable que resultaba la imagen.
 

 
 
La chica a caballo recorría una y otra vez un tramo de la playa. Me recordó un anuncio del brandy Terry que se rodó en 1964 y que a través de los televisores en blanco y negro enamoró a media España.

 
 
Evidentemente había muchas diferencias, aunque aquel anuncio se rodó en playas no muy lejanas, en Doñana.

 
 
A ver, pregunta del millón: ¿De qué color era el caballo blanco de Santiago?

 
 
Pues no, no era blanco. Era tordo. A los caballos blancos se les llama tordos, y tordo era el caballo de Terry, no como este.



Tuve tiempo de hacer algunas fotografías y con la luz que había pude captar estas bonitas imágenes.

 
 
También recordé una leyenda inglesa del siglo XI, la leyenda de Lady Godiva. ¿La conocéis?


 
Pues resulta que esta señora, esposa del conde de Chester, comprobó que la ambición se apoderaba de su esposo y que ahogaba con sus tributos a la población. Un Montoro de la vida, vamos. Ella le pidió que rebajara sus impuestos. El conde accedió, pero con la condición de que Lady Godiva recorriese Coventry a caballo, sin más vestidura que su largos cabellos. La dama así lo hizo, no sin antes acordar con sus vecinos que éstos se encerrarían en sus casas para no perturbarla en su desnudez. El día elegido Lady Godiva se paseó desnuda por el pueblo, montada en su caballo, mientras todos los vecinos de Coventry permanecían en sus casas encerrados y con las ventanas cerradas.
 
                           
 
Todos los ciudadanos se encerraron en sus casas, menos un sastre conocido más tarde como Peeping Tom (Tom el mirón). Según la leyenda, el sastre no pudo resistir ver a su señora desnuda a través de un agujero en la persiana, y se quedó ciego por ello. Además, la expresión pasó a designar en el idioma inglés a quien en castellano se llama mirón y en francés voyeur. Como la gaviota de antes.



Total, que a mí se me va la olla y no os dejo admirar estas fotitos.



En todos estos paseos estaban presentes dos fotógrafos que no paraban de tomar instantáneas de la bella y la bestia. 
 
 
 
Si tan bonitas me parecen estas fotos, imaginaros las que tomarían estos profesionales con su fotochó y todos sus avíos. Por cierto, yo no tengo fotochó ni sé usarlo, no sé si os lo había comentado antes. Todo lo que os presento por aquí está tal cómo se tomó in situ.

                           


 
 
Estuvieron allí trabajando un buen rato, así les encontré aún a la vuelta de mi paseo, cuando el calor comenzaba a apretar.
 
 
 
 
 
Estos chicos también estaban trabajando, parecían los encargados de la montura, muy puestos ellos. Como comprobaréis, estaban muy sincronizados en la postura. Creo recordar que para cambiar de pierna de apoyo habló el chico del pelo ensortijado: !Alehop! -dijo. Y los tres cambiaron de pierna a la vez.
 


Aunque si hablamos de trabajar... este chico sí que sudaría la gota gorda cortando ramas de palmeras en la urbanización de Roche.


 
 
Y ya de vuelta me encontré con esta curiosa escena. Una boya se había escapado de su amarra.
 
 


Su hermana, a lo lejos, no paraba de gritarle: ¡Que dice mamá que vuelvas, que no te vayas a tierra, que te quedan tres horas para la digestión, charrán!
 



En fin, hay cosas que son siempre así. Pues nada, seguid disfrutando del verano, charranes.
 

 

 

2 comentarios:

Carmen dijo...

jaja, qué graciosos tus comentarios, que curiosas las anécdotas, qué interesantes las informaciones, qué buenas fotos, qué suerte con las modelos, qué arte tienes!!.

Pedro Estudillo dijo...

Muy amena la publicación y muy buena la conjunción de imágenes, anécdotas, comentarios, etc.
Para los que no podemos disfrutar de esos paseos in situ es un buen refresco.
Gracias.