jueves, 19 de agosto de 2010

Camposoto

Ya ves, propongo una entrada con el nombre de Camposoto y la primera fotografía es de la Caleta en Cádiz. Pero todo tiene su por qué. En septiembre del año pasado organizamos una visita guiada al CAS, Centro de Arquelología Subacuática, que está situada precisamente en su balneario, en el bello edificio semicircular sobre la playa. A veces nos enfrascamos en localismos absurdos y no nos damos cuenta de que todo está relacionado, que cualquier tema que tratemos de la actualidad, historia, geografía... está ligado de una u otra forma al vecino, y este al otro y así sucesivamente. La sede del CAS es una monada, pero he leído que hay quien propone que se utilice el castillo de Sancti Petri como nueva sede y yo desde aquí me sumo a esa propuesta. Es un sitio emblemático y supongo que con más amplitud que el CAS. Durante la visita que realizamos resultó evidente su falta de espacio: precisamente hacía unos días que habían aparecido unos veinte cañones de la guerra de la independencia junto al puente Zuazo y allí se palpaba la preocupación, no había sitio material para el tratamiento electrolítico necesario a tantos cañones (fue necesario recurrir a la empresa privada para solucionar este tema)

Durante la visita pudimos contemplar piezas de todo tipo recuperadas del fondo del mar. Algunas de ellas muy importantes, como ánforas y pequeñas piezas votivas. Esta era fenicia había sido recuperada en la ensenada de entrada a la propia Caleta.



Tuvimos la fortuna de contar con Mili como guía. La arqueóloga se mostró muy agradable, simpática y nos deleitó con todo tipo de explicaciones sobre las piezas que nos iba mostrando.




Y ahora viene el tema que enlaza con la playa de camposoto. Durante la Batalla de Trafalgar en 1805, una de la más importante de nuestra historia, y que también se desarrolló en nuestras costas gaditanas, se enfrentó la flota franco española comandada por Villeneuve a la armada británica de Nelson. Fue una carnicería, en total más de tres mil muertos y dos mil quinientos heridos... ¿puede nuestra mente imaginar siquiera lo que eso supondría? A veces las cifras se enfrían con el tiempo, nos parecen datos técnicos más allá de las vivencias humanas. Yo, cuando leo esas cifras, no dejo de recordar las callejuelas de Cádiz o San Fernando, sus vecinos, sus mujeres y niños desamparados esperando noticias. Los grandes buques no eran otra cosa que cubículos donde convivían ciudadanos que en sus casas dejaban a sus familias y sus niños, esos que también se limpiaban los mocos con la manga.

Uno de esos buques era el Fougueaux, navío francés que después de la batalla vino a morir arrastrado por la tormenta hasta la playa de Camposoto.





Tuvimos la inmensa fortuna de visitar el CAS en los momentos en los que era posible ver muy de cerca los objetos recuperados del Fougueaux y el Bucentaure. Mili nos mostró como veis cada uno de ellos. Fue algo que no puedo describir aquí, podíamos tocar objetos que acompañaron hace dos siglos a unos hombres en una feroz batalla y que, además, dichos objetos se convertirían en su submarino ajuar funerario. ¿Sabéis qué puede ser este objeto cilíndrico? ¿No? Muy bien, entonces os lo explicaré más tarde, es bueno dejar algo para la intriga.



En el Fougueaux en concreto fallecieron más de seiscientos hombres. A alguno de ellos perteneció esta hebilla de zapato.


Y tanta emoción se merecía una pequeña ceremonia. La misma se celebró en El Manteca, tasca típica donde las haya y muy cercana a la Caleta donde, como podéis apreciar en esta foto, es muy afamada su vajilla de celulosa.


Y llegamos así a ayer mismo. Mi paseo por la playa de Camposoto y que os muestro a continuación estuvo en todo momento influenciado por aquella visita. Constantemente miraba al interior del mar, imaginando ese lugar a ocho metros de profundidad donde descansaba el pecio del Fougueux. Incluso esta bandera roja de aviso a bañistas me pareció relacionada con batallas y navegantes.


¿Soy exagerado si digo que esto también me pareció fruto de alguna feliz batalla? El amanecer, que dispara la imaginación amig@s mi@s, qué le vamos a hacer...




Tanto hablar de huellas en otras entradas que hasta las nubes su pusieron celosas y dejaron las suyas en forma de lluvia para poder salir en este blog.


Hasta los bunkers, sólidas formas de hormigón, parecen navíos varados en la arena con el paso del tiempo.



Una vez al lado de uno de ellos intenté mirar dentro pero no había forma, esta foto la hice poniendo la cámara en una de las aberturas redondas como la que podéis apreciar aquí y activando el flash. No supe que encontraría hasta llegar a casa. Decepción, esperaba encontrar el rostro del monstruo de bunker delante del objetivo pero no pudo ser.



Hay muchos objetos que llegan a la playa después de cientos de kilómetros navegando por el mar. Esto parece el tocón de un olivo centenario. ¿Desde dónde habrá navegado hasta aquí? ¿Qué tormenta lo arrancó de la tierra que lo sustentaba? ¿A qué tribus humanas alimentó con su fruto? Preguntas... la playa es vida. La vida es preguntarse.


Este bunker es como un inmenso robot de hormigón. Incluso parece abrir la boca. ¿Se comerá al castillo?


Tendría guasa, tanta restauración, tanto dinero invertido, para que al final llegue un bunker cualquiera y se lo trague de un bocado.


Caminé tanto que hasta las olas me parecieron de arena.


Dice la leyenda que cuando Dios terminó la creación se dejó caer sobre Galicia y dejó las marcas de sus dedos. Así se crearon las rías gallegas. Luego se acercó a Andalucía, miró sus playas y quedó tan admirado de su obra que no se atrevió a descansar sobre ellas, tan sólo las tocó y dejó sus huellas dactilares...

Esta es una baliza para guiar a los navegantes en la entrada a Sancti Petri.


Más huellas. En esta parte de Camposoto habitan miles de roedores, de esos grandes y de rabo largo, esos. No recomiendo a nadie pernoctar en sus dunas. Son sus habitantes, no quisiera que esta circunstancia enturbiara la belleza de estas playas. Las cosas son como son.


Estas son de un ave. Podrían ser de una focha... no sé muy bien.
...y el focho le dijo a la focha: "cuando te vas, tus huellas son puñales..."


Si es que atrae, este castillo atrae, no sé que tiene...


Ya ves, antes hablábamos de la hebilla del calzado del francés que murió en estas aguas y aquí encontramos, como en una especie de monumento a lo estival (nada funerario por cierto), a una chancla solitaria.


Este barquito ya lo conocéis, pero esta vez está tomado desde la otra orilla. De babor a estribor.


Esta foto resulta muy curiosa porque por aquí no suelen navegar al mismo tiempo barcos de este tipo. Dio la casualidad que estuve allí para mostrároslo.


Todas estas fotos de Camposoto están tomadas desde San Fernando. Lo que se ve enfrente es Chiclana, Sancti Petri en concreto. Siempre me han llamado la atención estos barcos que el tiempo se encarga de ir desguazando poco a poco.


El puerto deportivo desde la misma orilla.


Y me decía yo para mí... ¿de qué se alimentarán tantos roedores? Aquí está la muestra. Este pez era muy grande y ya habían dado buena cuenta de sus carnes blancas.


La Batería de Urrutia. Es un fortín defensivo que resultó de gran importancia en la guerra de la independencia y otras batallas. Siempre se nombra al puente Zuazo como línea defensiva que no logró cruzar el francés, pero la batalla fue constante desde Puerto Real hasta este punto en El Trocadero, Matagorda, el Puente Zuazo... La ciudad que veis al fondo es San Fernando. Suelo decir como Jorge Drexler que yo no sé de dónde soy, mi patria está en la frontera, más que nada por lo que decía al principio de esta entrada, odio los localismos excluyentes, pero soy cañaílla de nacimiento y viví allí hasta hace cuatro años.


Otra perspectiva de la Batería de Urrutia. Por la entrada de la derecha se entra al sendero habilitado hasta los accesos de la playa de Camposoto. Es un paseo agradable, más si se hace en otra época del año, ahora es más conveniente hacer el paseo por la playa debido a la cantidad de mosquitos que abundan por los matorrales.



En esta charca de la marisma se puede apreciar la cantidad de bocas de la isla (cangrejos violinistas) que pululan por allí.



Este es el comienzo del sendero que os citaba.

Y este es de nuevo el castillo enmarcado por un mirador de madera hablitado recientemente. Espero que os haya gustado el paseo Camposoteño. Hasta la próxima. Ah, por cierto, el extraño cilindro que nos mostraba Mili en la cuarta fotografía es una lavativa, sí, como lo lees, una de esas que sirve para lo que tú sabes. Pues nada, a seguir disfrutando.




10 comentarios:

genialsiempre dijo...

Muchas cosas que comentar a esta entrada. lo primero volver a agradecerte la visita al CAS qwue resultó muy amena y esclarecedora. Segundo, la visita al Manteca que no tiene adjetivos, a ver cuando se repite!!.
Tercero, consolarte por lo de los 3.500 muertos. Hombre, es de suponer que toda la tripulación no era de San Fernando y Cádiz, es que según lo relatas parece que estas ciudades vivieron la tragedia en primera persona, lo cual fue cierto por su proximidad, pero no por los familiares fallecidos.
Centrándonos ya ern la playa, me resultan curiosas las huellas, como siempre, parecen hechas para excitar la imaginación. Lo de la lavativa lo voy a coger alvuelo para dedic´´arsela a esos poloíticos que han restaurado el castillo. Todavía esperamos que tenga su color natural, pero me temo que tardará cienes de años, hasta que la naturaleza repare la chapuza del hombre.

Alinando (Antonio Díaz) dijo...

Vale, pero yo, cuando leo esas cifras, rememoro lo que rememoro, ea. Además, ya sabes que Cádiz, y en concreto La Carraca era una de las tres principales bases navales en España. Murieron también muchos franceses, más que españoles incluso, pero teniendo en cuenta que España perdió diez de los quince barcos con los que luchó, con un total de 1.022 muertos, 1.383 heridos y unos 2.500 prisioneros del total de 12.000 españoles que intervinieron en la batalla, afirmo y reafirmo que no sólo por su cercanía al punto de la batalla, Cadiz y San Fernando (que en aquel tiempo no se contemplaba aún como municipio independiente y pertenecía a Cádiz) sufrieron en sus propias carnes la pérdida de muchos de sus ciudadanos, muchos de ellos reclutados en lo que se llamaba "la leva", una especie de reclutamiento forzoso en tabernas y puntos de encuentro de pobres desgraciado. He dicho. Ah, y lo del Manteca es buena idea, habrá que hacer algo al respecto.

Un abrazo José María.

Alinando (Antonio Díaz) dijo...

Y otra cosita, el mortero de cal tomará su color. El que tenía lo adqurió en muchas decenas de años, no queramos ahora que lo tenga en dos meses. Eso pasará también con las defensas junto al puente Zuazo y el mismo Castillo de San Romualdo. Lo han dicho los arquitectos restauradores, y ellos me merecen mucha más confianza que los políticos, a los que como tú bien dices, cada día creo menos.

Melkar dijo...

¿Color natural?
Hace ya tiempo que se plantea ese debate dentro de los círculos de la rehabilitación y/o restauración de elementos o edificaciones históricas de importancia, hay quien defiende que solo ha de considerarse la idea de mantener en pie (apuntalando o colocando grandes estructuras de sustentación) dichos elementos y en un momento dado recomponer las partes que ya no existen pero con unos materiales que se diferencien de los originales y nunca haya lugar a dudas de lo antiguo y lo moderno, en este caso entiendo que están haciendo una recreación de cómo fue en su día ya que este tipo de construcciones se enfoscaban con morteros a base de cal tipo estucos, normalmente blancos o incluso con algún color suave, que protegían a la piedra ostionera de las inclemencias del tiempo además de reportar otros beneficios, nos mosqueamos creo que demasiado cuando nos cambian el color o la forma de algo que llevamos toda la vida viéndolo igual, pero es muy probable que en la antigüedad fuera así como lo veían las gentes que vivían cuando el castillo se construyó, además creo que si en su día protegieron esos muros con esos estucos y aun hoy en día siguen en pie es por que funciona.

Alinando (Antonio Díaz) dijo...

Ole mi niño, qué sabe tu cuerpo!!!! Ayssssss....

Gitana dijo...

Paciencia compañer@s, paciencia,...,todo tomará tintes más oscuros con el paso del tiempo, dar un voto de confianza a la restauración.

Besos!

María Dolores dijo...

Hola a todos:

Un momento, está el agua fría. Ya, acabo de entrar y me he mojado los pies.

Esta entrada me parece preciosa e instructiva a un tiempo. Sin embargo el comentario del compañero casi invita a hacer una media de muertos.

Yo pienso que la historia cada uno la contó a su manera y que el autor de esta entrada tiene la suficiente capacidad como para reflejar la numeración de lo que por motivos obvios prefiero no volver a nombrar. Tan solo diré que estoy haciendo un pequeño trabajito y las cifras conseguidas por mí están muy cerca de las suyas.

Por otra parte la forma de contar las cosas me sigue pareciendo genial. Ojalá nuestros libros de historia hubiesen sido así, yo al menos no me hubiese acostado repasando nombres con la memoria que serían olvidados nada más terminado el exámen.

La visita de la que hablas debió de ser muy interesante, lo dices tú y lo confirma José María.

Pese a ser poquitos no os conozco a todos, pero son para todos por igual mis mejores saludos y deseos de que el fin del verano sea para vosotros mejor que bueno. Tenemos algo en común, todos caminamos por la misma playa.

A ti Alinando también darte las gracias, me ayudas con tus entradas a mantener la mirada abierta.

Y otra cosita, esta entrada me ha recordado un comentario de Miguel Ángel en una de sus clases en las que se llevó gran parte cuestionandose él mismo de donde veníamos.

Gracias a todos, al autor y a los comentaristas, de todos estoy aprendiendo cositas y si hemos de seguir viviendo que mejor que hacerlo bien despiertos.

Loli.

Carmen dijo...

Me ha recordado mucho esta entrada a la visita que hicimos el otro día Dani y yo al Museo Naval y al panteón de ilustres marinos de la Isla, visita que recomiendo encarecidamente porque merece mucho la pena. También me ha recordado que tengo que ir a visitar el CAS en estas vacaciones. (y comer en el manteca, que pa eso estoy envidiá perdía).

Un beso a todos!

Alinando (Antonio Díaz) dijo...

Carmen, si vas a ir al CAS infórmate antes por teléfono. No se puede visitar a no ser que se haya concertardo previamente una visita guiada de grupo. A veces han organizado alguna exposición abierta al público pero no sé si en estos momentos hay alguna. Y ya que lo has citado, te diré que yo iba a proponer en septiembre una visita con guía al Panteón de Marinos Ilustres con su posterior ceremonia gastronómica incluida. Espero que el hecho de que ya lo conozcas no impida que nos acompañéis Dani y tú.

Un beso

Carmen dijo...

Pues claro que no, estoy deseandito volver, el día que fuimos por lo visto fue medio españa, y con las prisas de las guías nos quedó cosas por ver. Contad con nosotros.

Y lo del grupo para lo del CAS...voy a empezar a reunir personas humanas.

Gracias, muakis.